Hace bastantes meses, una muy buena amiga, tan buena tan buena que tiene en casa varios linces ibéricos por si se extinguen, me dejó un librito, un cómic, una novela gráfica llamada ‘Arrugas’. “Te va a gustar, es sobre alzheimer”, me dijo, sabedora de que yo he vivido la tristeza de esta enfermedad muy de cerca. “Qué cabrona”, pensé yo, sabedor de que ella era sabedora. Pero tenía razón: me encontré con una historia deliciosa que me hizo recordar cosas, pero no removerlas, y con un cuento narrado por alguien que ha asistido a esta enfermedad tan cruda, y que como la conoce bien, es capaz de retratarla tal y como se vive: con ternura, dureza, impotencia, sonrisas, tristeza y muchas pinceladas (porque esto es así) de humor. Paco Roca, el autor del cómic, vivió la enfermedad a través del padre un amigo suyo. Y la plasmó delicadísimamente al papel. ‘Arrugas’ fue Premio Nacional de Cómic en 2008.
Este momento de "Arrugas" es uno de los más hermosos del cómic y de la película.
Poco tiempo después, el cómic pasaba al cine con un guión coescrito por el propio Paco Roca y el director de la película, Ignacio Ferreras, un guión adaptado que está nominado al Goya (la película va a ganar, sin duda alguna, el de mejor película de animación). ‘Arrugas’, la película se empezó a rodar en el invierno de 2010, se terminó el pasado verano y se presentó con gran éxito en el Festival de San Sebastián. Desde entonces, cada cosa que se oía sobre ella daba más y más ganas de verla. Como su nominación a los Premios Annie, los “Oscar” de la animación, o las dos ya mencionadas a los Goya, o esa casi nominación a los Oscar, cayendo eliminada solamente en la última ronda.
Podría contar el argumento, esa historia de Emilio, el hombre con principio de alzheimer internado en una residencia por su hijo; la preciosa amistad que entabla con Miguel, un hombre que no se quita el acento argentino y que está mejor de la cabeza que tú y desde luego que yo; las bonitas, tristes y cómicas apariciones del locutor que ya sólo sabe repetir lo que escucha; las de esa pareja en la que ella está perfectamente pero se ha autointernado en la residencia para cuidar de él (el momento del cómic y de la película en la que se recuerda sus infancias me humedece los ojos cada vez que lo recuerdo)… Pero la grandeza de ‘Arrugas’ no está sólo en el argumento, no está en el qué, sino en el cómo. En los gestos de bondad y pillería de Miguel, una especie de “Buscón de Quevedo” que anda suelto por el centro, en la plasmación de la soledad de los que están bien y de los que están mal, en la representación del mundo imaginario en el que vive la mujer del tren, o la que teme ser abducida por los marcianos. En la combinación de la sonrisa y la tristeza, pero sobre todo en el predominio del a ternura.
"Arrugas", la película. La sala de TV o de la siesta permanente.
La animación es 2D. Muy 2D. Un niño acostumbrado a las gafotas tridimensionales y a la cultura del videojuego hiperrealista diría, seguramente, que los dibujos son “cutres”. Esa animación “cutre” se te olvida en la primera escena, una escena que debería ser utilizada en los colegios para explicar en qué consiste el alzheimer, para entender por qué el abuelo no te entiende, para aprender lo que seguramente a todos nos espera. Esa dedicatoria final de la película “a los ancianos de hoy, a los ancianos del mañana” tiene un magistral toque de mala leche concienciadora. Casi tanta mala leche como la vida.
No sé si he dicho que ‘Arrugas’ es una delicia y que no hay que perdérsela. Pero es lo que llevo intentando contar desde la primera línea.
* La Casa de la Cultura de Alzira (Valencia) acoge del 3 al 11 de febrero la exposición ‘Arrugas. De la Viñeta a la gran pantalla’, organizada por Flash-Black Producciones.
